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25 Discutí con ellos, los maldije, hice que los azotaran y les raparan la cabeza; después los conjuré en nombre de Dios:

— No casen sus hijas con los hijos de ellos, ni se casen ustedes o sus hijos con las hijas de ellos. 26 ¿Acaso no consistió precisamente en esto el pecado de Salomón, rey de Israel? Aunque no hubo entre las naciones un rey como él, a quien Dios amó y estableció como rey sobre todo Israel, las mujeres extranjeras le hicieron pecar. 27 ¿Se dirá también de ustedes que están cometiendo este pecado tan grave de ser desleales a Dios al casarse con mujeres extranjeras?

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